Mientras Ratty y Mole recorren su alegre camino por un arroyo en la entrañable novela de Kenneth Grahame El viento en los sauces, Rat pone en palabras la inexplicable atracción que la navegación ejerce sobre una industria británica de 500 años de antigüedad, iniciada por el rey Enrique VIII, que fue el primer monarca que dedicó tiempo y dinero considerables al crecimiento de la flota británica.

La construcción naval británica pronto se expandió más allá de las embarcaciones navales y de las utilizadas para el transporte y el comercio, y se convirtió en algo que celebraba la navegación por placer.

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